Llevamos juntos.

miércoles, diciembre 20, 2006

Historia de una noche



Viendo las estadisticas de mi space fui a parar a esta página Dark Tales y alli econtré esta historia.
Al final propone escribir un "Final" asique eso hice.
Los invito a leerlo.


Son las ocho de la tarde, en una ciudad cualquiera. Está tumbado sobre la cama, escuchando la música que provenía de dos altavoces. En el salón sus compañeros de piso y algunos amigos están hablando. Estira los pies, los saca de la cama y se levanta. Apaga la cadena, para la música. Sale de la habitación y dirige sus pasos hacia el murmullo de voces que proviene de la sala. Maravillosa fiesta hay hoy, dice uno. Hay autobuses para ir, dice otro. Es una fiesta de estudiantes universitarios, orgías de alcohol, música y lo que depare la noche, la juventud.

Pero tiene examen en unos pocos días, su intención es dormir y levantarse a estudiar por la mañana. Es viernes, y sus amigos hablan de salir, de divertirse, de no dormir, y la verdad es que a el no le apetece nada. Venga, anímate que volvemos pronto, dice alguno. No sabe si debería hacerlo. Pero, de todos modos, siempre se puede volver a casa uno si se siente cansado.

Después de unos vasos de kalimotxo, salen del piso con aire decidido. Dirigen sus pasos a la parada donde les recogerá el autobús. Allí, mientras esperan, hablan de exámenes, de mujeres, de cualquier cosa. El autobús para, un autobús rojo de la línea cutre-universitaria que tantas quejas lleva encima, aunque no le pesan. Suben y siguen hablando y riendo, mientras el bus se mueve por la carretera, rumbo a una facultad.

Al llegar el ambiente es solitario, es temprano aún, pero dicen que los grupos no tardarán en empezar a tocar. Se dirigen a la barra y piden lo más barato, pero seguro, unos vasos de DYC con Coca cola, se supone que cuando se pide DYC te dan DYC, aunque esta vez no fuera así. De regalo una camiseta con dos bebes que lloran y el logotipo de PEPSI, no era Coca cola, ni DYC.

Empieza a llegar gente, la cosa se anima y los vasos de lo que sea con PEPSI siguen cayendo. Empieza a tocar un grupo, el y sus amigos se aburren y hablan, de lo malo que es el grupo, tan pijoleto y salchichero. Acaban de tocar y la gente aplaude, bueno, mas bien algunos aplauden, otros bostezan. Pero otro grupo comienza a tocar, y bastante mejor que el anterior, todos se animan.

De repente, su mirada se gira a la izquierda, hacia una pareja de chicas que están hacia el fondo. Sus ojos se paran en una chica con el pelo dorado por la luz, una camiseta ceñida, una cara preciosa y pizpireta, y sus ojos se cruzan con los de el. Se siente observado, pero le gusta, le gusta la chica y le gusta que se fije en el.

La música continúa, y el cosa con PEPSI también. El no pensaba que se lo iba a pasar tan bien, se reía, hablaba con amigos, escuchaba buena música, y su carácter cambiaba a medida que aumentaba la porción de alcohol en la sangre.

Era hora de bajar, de ir a la discoteca a la que podías entrar por haber consumido ese maldito brebaje que daban en la fiesta. El grupo de amigos se dispersó y se quedó solo. Sabiendo a donde iban, se dirigió a la parada del bus. Allí estaba ella, la chica de la mirada, la chica de la sonrisa y su amiga. Lo que no era capaz de hacer por el mismo lo hizo el Güisqui malo, empezó a hablar con las chicas, aunque dejo ver claramente hacia quien iban dirigidas las oraciones. Ellas rieron, y el quedo asombrado, pues rara vez conseguía que las mujeres se rieran sin ser de él.

Su buen humor aumentó todavía más y después de hablar, decidieron los tres tomar un taxi. En la discoteca, lo típico, música a un volumen más que alto, que no permitía hablar más que a gritos. Gente sudorosa por todas partes. Y el y ella bailando juntos. Se lo estaba pasando genial, hacía muchísimo tiempo que no se lo pasaba tan bien, y tenía la impresión de que ella también se lo estaba pasando bien.

Encontró a sus amigos, algunos estaban ocupados, pero otros no, como siempre. Su compañero de piso habló con la amiga de ella, y se fueron juntos. El aprovechó para salir fuera de la discoteca con ella, quería hablarle de algo importante. En realidad lo único que deseaba es besarla, abrazarla y tenerla junto a el.

Una vez fuera, el efecto del Güisqui se disipó y comenzó a hablar de otra forma. La miraba, veía mucha ternura en aquel rostro. Le habló de salir con él, le pidió una oportunidad explicándole que no tenía nada que perder, la verdad es que él mismo se sorprendió ante su razonamiento, era prácticamente imposible de rechazar debido a lo lógico que era. Entonces ella aceptó. Y se besaron.

El le regaló esa camiseta que llevaba puesta por encima de la otra, esa de los dos bebes llorones. Estaba sudada, húmeda y era demasiado grande, pero ella la acepto como un tesoro. Se verían el Lunes.

Las historias, los cuentos que bien acaban, suelen finalizar diciendo, "y vivieron felices y comieron perdices...", pero en verdad es que este no es un final propio para esta historia de una noche. Este cuento debe finalizar de otra manera. Este cuento no acabará como algo eterno, pues esta historia cuenta la atracción entre dos personas que no se conocen, pero que realmente siempre estuvieron juntos. Es una historia sin un final decidido, aunque muchos dirían que el destino está escrito y nada podemos hacer por cambiarlo, pero el autor de este cuento no lo cree así. Por lo tanto, la única manera de que este cuento acabe bien, es hacer que el día a día se aproxime cada vez más a un cuento de hadas, convertir cada momento en un momento especial, y hacer sentir a los demás, especialmente a algunos, el amor que debe salir de nuestros corazones. De manera que acaba tú este cuento, y acábalo bien.

Mi final

Y de repente se sintió caer. Y asi fue, nunca salió de su habitación. El alcohol en su sangre lo había tirado en su cama luego de varias horas de llorar por sentirse solo. Siempre solía irse a cama tomado. Esta noche no era la excepción.
Lo que él nunca pudo imaginar fue que desde un país lejano llegaría a su vida la persona que lo haría feliz eternamente, la persona que sería capaz de dar su vida para hacerlo feliz.
No más historias sin final, no más noches de soledad, no más preguntarse ¿Por qué a mi?
Escribo el final y mis ojos se llenan de lágrimas. Quisiera ser esa persona....
Hey!! Alguien sacude mi cabeza y me dice: “Laura esa persona sos vos”
Sonrio.
No more lonely nights.

No hay comentarios.: